Hace un par de días me contaron algo que me conmovió hasta el tuétano. Hace un tiempo le mandé a mis nietos un libro publicado en México sobre actividades que se pueden hacer con papel y publicado, me parece, por Educal. Lo hice porque a mis nietos les encanta hacer cosas manuales y, como el libro está muy lindo, estaba segura que les gustaría. Mi nuera trabaja en una escuela en Israel y, como ella no habla español y mi hijo no había tenido tiempo de explicarle cómo hacer algunas de las actividades, le prestó el libro a una alumna, una niña colombiana de 10 años, pensando que la niña le podría explicar qué hay que hacer y cómo para que mi nuera después se lo explicara a mis nietos. Me contó que la niña era tímida, ensimismada y no tenía amigas pero que, cuando vio el libro, le brillaron los ojitos y pidió permiso de llevárselo a su casa una semana. Se puso a hacer algunas de las actividades y llevó una o varias de ellas a la escuela para enseñárselas a la maestra. Nadie de la escuela se había dado cuenta de las maravillosas manos de la niña. La maestra estaba encantada con lo que hizo su alumna y le pidió que diera una clase a sus compañeras para enseñarles a hacerlo, lo que hizo con mucho gusto. El comportamiento cambió por completo (hasta parece otra niña) y, además, las otras niñas se le acercaron para ver qué más podía hacer. ¡Ahora tiene amigas!¿No se les hace maravilloso lo que un libro hecho en México ha logrado en una chiquita en otro país? Sigo creyendo que los libros son mágicos.
A few days ago I was told something that moved me to the bone. A while back I sent my grandkids a book published in Mexico with activities that can be done with paper and scissors and published, I believe, by Educal. I did it because my grandkids love to do things with their hands and, since the book is lovely, I was sure they would like it. My daughter-in-law works in a school in Israel and, since she doesn’t speak Spanish and my son hadn’t had time to tell her how to do some of the activities in the book, she lent it to a student, a10-year-old Colombian girl, thinking that she could read it and then explain what and how to do the activities so that she, in turn, could explain them to my grandkids. She told me that the child was timid, lost in her thoughts, and didn’t have any friends but that, when she saw the book her eyes shone and she asked for permission to take the book home for a week. She made some of the activities and took one or a few to school to show them to her teacher. Nobody in school knew that she had such talented hands. Her teacher was amazed and asked her to teach her classmates how to do them, which she did with enthusiasm. Her behaviour changed completely (it’s almost as if she’s now another child) and, besides, the other girls got closer to see what else she can do. Now she has friends! Isn’t it wonderful what a book made in Mexico can do for a child in another country? I continue to believe that books are magical.